jueves

Ellen Kooi

En principio iba a hacer una entrada sobre narices. Sí, narices, como suena. El porqué es simple: me preocupa toda esa gente famosa que se opera siendo, en numerosas ocasiones, la nariz el detonante. Es decir que, gracias a sus espantosas narices, sienten la imperiosa necesidad de derrochar para convertirse en productos elaborados, en muñecos de belleza surrealista que sólo puede sustentarse a base de maquillaje y drogas. Pero la verdad es que me aburren, ellos y sus innecesarias operaciones a los veinte años. Así que al final he decidido escribir sobre otra cosa. Y será Ellen Koi con quien os deleitaré hoy. Su atrevimiento a jugar con los espacios abiertos (en muchas ocasiones con la intromisión de la panorámica) es lo que más llamó mi atención, ya que muy pocos fotógrafos recurren a ello. Del inquietante Gregory Crewdson hablamos otro día. El caso es que esta mujer consigue resultados asombrosos usando la técnica que use; si bien prefiere el contraste de colores en una imagen o la armonía de los mismos en otra da igual, el resultado sigue siendo sorprendente y pulcro. Y todo esto nace lejos de la necrópolis urbanística que no ha envenenado todavía todos los rincones de Holanda. Y ahora le toca el turno a las fotografías para que podáis juzgar vosotros mismos, ya que siempre que redacto soy bastante subjetiva. Siendo sincera, y haciendo un alto en el camino, yo interpreto las cosas como me da la gana, aunque de antemano sé que hay quien puede tener opiniones diferentes. Es lo suyo. Se supone que el Arte es algo interpretable y relativo, así que más os vale pensar por vosotros mismos y traducir las imágenes como creáis que es correcto (de todas formas nunca sabréis si estáis en lo cierto, así que...)

Uno de sus trabajos más conocidos es este, Siblini Rim. Me gusta esta foto porque es como si hubiera captado el segundo antes de ponerse a llover. Todos hemos visto esos cielos grises que tornan el verde más marrón, más húmedo incluso antes de llegar a mojarse.
Después tenemos unas piernas (que es el título de la foto, Benen) metafóricamente literales, pero que no por ser la metáfora evidente deja de ser trascendental. Me gusta que el único "árbol" que quede ante los edificios sea un ser humano, y punto.
Putje es, cuanto menos, curiosa. La repetición y el estatismo de la mujer choca con el movimiento del coche, pero no os voy a contar lo que deduzco de lo que para mí aquí es una parábola.
En Ijsdame encontramos la anterior mencionada armonía de colores basada, en ese caso, en los tonos fríos (mayormente azules). Oh, sí, beibes, esta mujer desde hace años sabe que se derretirán los Polos.
Y por último Vensterbank y Honden, en Amsterdam.
Pero no voy a irme sin dejaros antes mi favorita, "Globos" (Ballonnen). El motivo está claro, son los ojos de ese chico. Es el hecho de que lleve un gorro y no la capucha puesta, que tenga los pies dentro del agua, que su globo aparezca cortado. El mensaje. Y que me mire, que nos mire, le hace más especial, y a la imagen también.

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