jueves

Demencia senil a temprana edad

Hoy estoy que me salgo. Son las 00 y algo de la noche de un miércoles cualquiera de un diciembre cualquiera pero jodidamente extraño y desalentador. Y también redentor, a su manera. Radiohead suenan con sus 15 step mientras yo devoro periodos de la Historia para hacer trabajos intermiables y horribles que me consumen dos años de vida por cada página que escribo. PERO ¿cómo recuperar esos años?, me cuestioné yo. Dejar de fumar no era la solución. Suspender tampoco. Y hallé la respuesta en los escritores asiáticos. Hay tantos y tan maravillosos todos... Tengo que decirlo: Murakami, te amo. Sé que nunca lo leerás, y que si lo haces, no lo entenderás. No importa. Si yo supiera japonés no me molestaría en escribirlo en ese idioma. Prefiero el idilio utópico, créeme. Esto es lo bonito del amor platónico, es la magia que le da cuerda al mundo, como tus pájaros. Esto es lo que consigue que el metro, o un parque, o una fosa común, parezcan lugares inevitablemente encantadores.
Acabo de terminar otro de sus libros y he sentido que se acababa el mundo, y necesitaba decirlo. Me encanta. Es tan sentimental... sentimental de una manera emocionante y aniquiladora, no un sentimentalista de los que no saben hacerte llorar. Murakami es todo un caballero, porque no necesita siquiera sacarte una lágrima, le basta con encogerte el corazón y hacerte nudos en el estómago.
Todo es tan triste y desequilibrado que tengo que adorarlo como si mi vida fuera en ello porque no puedo hacer otra cosa. Quelle panique, me digo yo. Pero es verdad. Siempre que termino un libro bueno, de esos que llegan por igual al cerebro que al corazón, noto como algo se me muere dentro. Me colmo de una melancolía desoladora y totalmente arolladora que me alimenta a la par que me anula. Es extraño. Sentirse desprotegido ante un montón de letras impresas que ni siquiera van dedicadas a ti. Uf, uf. Qué saturación, cuánta contracción muscular en mi cuerpo. Ahora sólo quiero dormir. Aunque acabo de recordar que me tomé una taza de café. Ay.
Necesito ver la película.


PS: ODIO que se cambien los títulos, a todo esto.

miércoles

muteBox

Teniendo en cuenta mi frecuencia de actualizaciones, deduzco que hoy en día todos (todos es una palabra estupenda que aporta grandiosidad a mi nadería, sí, qué pasa) debéis amarme por el aporte fotográfico que estoy haciendo a vuestras vidas. Bien. Ahora ya podéis matarme.
El caso es que buscando en mis archivos arcanamene milenarios, me he topado con una de mis fuentes inspiratorias más tremendas. No sé si lo notáis, ni siquiera sé si lo leéis, pero hoy estoy jocosa. La vida es una fiesta y te la tienes que esnifar, así funciona la cosa. Pero volviendo a la trama principal, digo que he encontrado algo maravilloso. DeviantArt me ha proporcionado mucha sabiduría, tengo que admitirlo, y le guardo mucho aprecio por eso. Hoy toca mute-nOface (en deviantArt), o Maria muteBox (a nivel más general y flickeriano), una chica segoviana muy simpática con la que tuve oportunidad de cruzar alguna que otra cibernética palabra en algún que otro momento de nuestras existencias. Es jodidamente encantadora. Su trabajo me asesinó desde el primer momento. Y ahora sólo queda deleitarse. Ea. 
Y en conmemoración a esta
Yo hice esta (publicidad, publicidad... aunque tiene casi tres años ya, pero, ejem)

Hasta más ver, seres.